Los grupos de running se están convirtiendo en el nuevo espacio para conocer personas. Jóvenes que apagan el celular y salen a correr… y a conectar.
¿Cansado de pasar horas deslizando perfiles sin sentido? Fácil: sal a correr. Sí, en serio. Los grupos de running están de moda, y no solo por el ejercicio. Se han convertido en el nuevo punto de encuentro para hacer amigos… y, quién sabe, tal vez conocer a alguien especial. Lo que antes era solo una actividad física, hoy también es un espacio social donde cada zancada puede acercarte a nuevas conexiones.
Aunque parezca contradictorio, la generación Z, considerada la más conectada de la historia, también es una de las más solas. Notificaciones constantes, chats abiertos y cientos de seguidores no siempre alcanzan para sentirse acompañado. Por eso, cada vez más jóvenes están buscando algo distinto. Algo fuera de la pantalla. Algo que se sienta real.
“El hecho de compartir un espacio con personas que tienen algo en común cambia todo”, explica Samuel Amaya, quien es runner. “Puede ser un nuevo amigo, alguien que se sume a tu círculo o incluso… tu futuro esposo”. Y no está tan lejos de la realidad. Cuando la conexión es cara a cara, los vínculos toman otro rumbo.
Un estudio de Ingka Centres reveló que el 66% de los jóvenes encuestados en Europa, Estados Unidos y China prefiere reunirse en persona antes que hablar por pantalla. El dato es claro: estar frente a frente cambia la dinámica. “Esto responde al deseo de experiencias presenciales”, explica el psicólogo Manuel Saravia. “La gente se cansa de las apps y empieza a buscar actividades reales, como deportes o clubes sociales, donde conocer personas sea más natural”.
Y ahí entra el running. No solo promueve un estilo de vida saludable, algo muy valorado por la Gen Z y los millennials, sino que crea un ambiente relajado, sin presiones. No hay preguntas incómodas ni filtros: solo vos, tus pasos y otros que corren a tu ritmo. En ciudades como Lima, cada semana decenas de grupos se forman para trotar juntos, hablar y compartir tiempo sin pantallas de por medio.
Lo mejor es que no necesitas ser un corredor experto. No importa si vas rápido o lento. Lo que importa es que estás ahí. En movimiento. Con otros. Entre paso y paso, nacen charlas. Entre respiraciones, se cruzan historias. Y entre entrenamientos… surgen amistades. A veces incluso, algo más.
Porque nadie llega buscando pareja. Pero muchos se van con alguien que los escucha, los apoya y los espera en la meta. Y eso, hoy, vale más que mil matches. El running es solo una excusa. Podría ser una clase de cerámica, un club de lectura, un taller de teatro. Lo que importa es que sea presencial. Humano. Porque esta generación ya lo entendió: las mejores conexiones no se deslizan. Se viven.
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