Luego de 16 días sin tener noticias de la joven nacida en Elche, quienes la buscaban habían informado que la joven habría sido captada por una secta en Perú.
A raíz de la solicitud presentada por la Institución Atención SOS Desaparecidos España y en coordinación con la DIRASINT (Dirección de Investigación de Personas Desaparecidas e INTERPOL) se logró ubicar a Anna Marin Sanchez, una joven de nacionalidad española de 21 años, que se encontraba desaparecida desde el 29 de agosto, cuando salió de España a nuestro país sin mantener contacto con sus familiares.
La búsqueda de Anna se había convertido en una prioridad tanto para su familia como para las autoridades, dado el inquietante período de silencio que había mantenido desde su partida. Sin embargo, gracias a las investigaciones realizadas la Policía Nacional del Perú dio con su paradero y se encontraba acompañada de una mujer.
Según las investigaciones, Marin Sanchez conoció a esta mujer a través de la red social Twitter, y ambas personas se encontraban en Surco. La policía peruana informó sobre su paradero en el país a las autoridades españolas.
La búsqueda de Anna Marín Sánchez, una joven de 21 años española, desató preocupación y un operativo de búsqueda internacional. Anna fue vista por última vez el 28 de agosto en su país. Sin embargo, su último paradero registrado es Perú. Las autoridades y la asociación SOS Desaparecidos señalan que podría ser un caso similar con el de Patricia Aguilar que estaría presuntamente captada por una secta.
Anna Marín Sánchez mide 1,6 metros de altura, complexión normal, ojos marrones, cabello largo y de tez morena. Según información proporcionada por SOS Desaparecidos, la familia de Anna describe a la joven como inteligente y sin problemas aparentes. Estudiaba Historia en la universidad y estaba centrada en obtener buenas calificaciones. Sin embargo, debido a las circunstancias apuntaron a que podría haber sido captada por una secta pseudorreligiosa, según información reportada por medios de comunicación en España.
El misterio en torno a la desaparición de Anna comienza cuando, en julio, la joven realiza un viaje a nuestro país y se lo comenta a su familia como un viaje de la universidad. A su regreso a principios de agosto, sus familiares notan un cambio en su comportamiento. A finales de agosto, Anna les comunica que se va «al campo con unas amigas» y mantiene el contacto con su familia a través de WhatsApp durante su escapada. Sin embargo, el día en que se esperaba su retorno a Elche, España, les informa que se queda en Madrid porque ha encontrado trabajo.
La situación despierta sospechas en su entorno, y cuando vuelven a contactar con Anna, les dice que está en Lima y que ha dejado una nota de despedida en la mesa. Según la nota, la joven asegura estar bien y haberse ido por voluntad propia.
Después de que la familia presentó una denuncia, se descubre que Anna abandonó la universidad en noviembre pasado, a pesar de que seguía aparentemente asistiendo a clases todas las tardes.
En enero de 2017, Patricia Aguilar, una joven de 18 años, dejó su hogar con la excusa de pasar una noche en una casa de campo con amigos en España. Sin embargo, su destino real era Lima, donde se encontraría con Félix Steven Manrique, el líder de una secta sexual conocida como la secta Gnosis. Patricia y Manrique se habían conocido en línea cuando ella tenía 16 años, buscando respuestas a una tragedia familiar. A través de constantes comunicaciones, Manrique logró convencer a Patricia de que viajara a Perú.
A pesar de que sus padres denunciaron su desaparición y se emitió una orden de búsqueda internacional, Patricia continuaba afirmando que se había marchado de forma voluntaria y que no deseaba regresar a España. En julio de 2018, sus padres viajaron a Lima y, tras una larga búsqueda, la encontraron en una zona remota de la selva peruana. Patricia vivía allí junto a otras mujeres y niños, algunos de los cuales eran hijos de Manrique, incluyendo uno con Patricia.
El rescate de Patricia no fue fácil. Ella explicó que había experimentado un gran temor y que le resultaba imposible escapar de esa situación. En octubre de 2019, la Sala Penal Superior condenó a Félix Steven Manrique a 20 años de prisión por el delito de trata de personas. Manrique las había sometido a explotación sexual y laboral dentro de su secta, causando un profundo sufrimiento a sus víctimas.
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