EsSalud arrastra millonaria deuda desde la pandemia y pone en riesgo atención de pacientes y asegurados
Essalud arrastra una deuda millonaria con proveedores de todo el país y está dejando una estela de empresas quebradas, trabajadores desempleados y pacientes al borde de perder su tratamiento. Aunque la institución pública administra más de 17 mil millones de soles al año, mantiene impagos que se remontan hasta el 2020.
La magnitud del problema es evidente en las protestas frente a su sede central, donde pequeños empresarios exhiben expedientes para sustentar deudas que oscilan entre medio millón y más de 20 millones de soles.
Uno de los casos más dramáticos es el de un empresario de seguridad que, con voz quebrada, cuenta que perdió todo. Llegó a emplear a 45 personas y tenía oficinas en Los Olivos, pero ahora solo le quedan deudas. “Essalud me debe medio millón. Me dijeron que me pagarían en 10 días, pero nada”, reclama. Vendió sus cosas para pagar a su personal, mientras cada mañana sigue llevando sus cuatro tomos de expedientes en busca de una respuesta.
El problema no solo golpea a empresas de seguridad. Proveedores de medicinas, equipos médicos e instrumental quirúrgico denuncian que la falta de pago rompe la cadena de atención a los pacientes. “No atenta solo contra nosotros. Al no pagarnos, se corta la cadena de atención a los pacientes que necesitan los equipos y medicamentos”, advierte uno de ellos. Y es que EsSalud, cuando es consultado, se limita a responder: “No hay dinero, la central no nos transfiere”.
CONSECUENCIAS PARA LOS PACIENTES
La crisis tiene consecuencias dolorosas para los más vulnerables. Como los niños con discapacidad auditiva que recibieron implantes cocleares gracias a contratos firmados con la empresa Medical Audición Perú. Cada implante supera los 100 mil soles y requiere terapias constantes de 150 soles por sesión, tres veces por semana, por al menos tres años. Si EsSalud no paga, no solo se frenan las 80 operaciones pendientes en Lima, sino que los 20 niños que ya tienen el dispositivo podrían quedarse sin las terapias que necesitan para aprender a escuchar.
Asunción, madre de uno de esos pequeños, recuerda cómo su hijo fue diagnosticado a los dos años. “Nos comunicábamos por señales”, cuenta. Otro caso es el de Luz, a quien le dijeron erróneamente que su hijo tenía autismo. Estas madres viven ahora con la angustia de que sus hijos, que aún no pueden decir “mamá”, pierdan sus terapias. “Me frustra pensar que aquello por lo que tanto he luchado puede frustrarse porque EsSalud no quiere pagar”, dice una de ellas entre lágrimas.
PROVEEDORES EXIGEN SUS PAGOS
La empresa proveedora de estos implantes firmó contratos por más de 9 millones de soles para el hospital Almenara en Lima y el hospital de Arequipa. Hasta hoy, ni un sol ha sido pagado. “Si no cancelan en los próximos días, no solo se suspenderán las operaciones, sino también las terapias de los niños ya operados”, advierte la empresa. Es un drama que se repite con otros proveedores, como Master World Medical, a quienes Essalud debe más de un millón de soles por equipos comprados incluso este año.
En un comunicado escueto, EsSalud admite que muchas de sus deudas provienen de la época de pandemia, pero no explica por qué las mantiene en 2025. Habla de “serias deficiencias” en la trazabilidad de los contratos, pero no menciona nada sobre las nuevas órdenes de compra que tampoco paga. Mientras tanto, el presidente de Essalud y sus principales funcionarios se han negado a responder públicamente sobre el problema.
Representantes de la Cámara de Comercio de Lima (CCL) también denuncian que, aunque se reunieron con ejecutivos de Essalud y obtuvieron el compromiso de “revisar” las facturas impagas, hasta hoy no reciben respuesta. Mientras tanto, las empresas proveedoras enfrentan la amenaza de sanciones si interrumpen el suministro de bienes y servicios al seguro social. Una obligación contractual que las obliga a seguir entregando, aunque no cobren.
Al final, el resultado es un sistema de salud pública al borde del colapso. Un esquema en el que los proveedores se ven forzados a endeudarse o quebrar para cumplir con contratos impagos. Y donde los principales perjudicados no son las empresas, sino los pacientes: adultos mayores y niños que ven cómo su derecho a la salud se interrumpe por una deuda que no es suya.
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