La música y el baile se convierten en la mejor medicina, transformando las tardes grises en fiestas llenas de vida y vitalidad para los adultos mayores.
En una fiesta semanal que se ha convertido en la mejor terapia para el alma, decenas de adultos mayores desafían la edad y bailan al ritmo de la Sonora Tropical cada jueves de 3 a 7 de la tarde.
Uno de los protagonistas de esta historia es el señor Orlando Paja Chávez, un marino retirado de 81 años que encuentra en el baile la clave para rejuvenecer.
«La vida es una sola y uno tiene que divertirse, tiene que bailar, tiene que alegrarse, porque después de esta, ya no hay otra», expresó Paja Chávez.
Para él, el baile no solo es una actividad recreativa, sino una forma de recuperar la vitalidad y la juventud canción tras canción. Con más de siete décadas de experiencia en el baile, Paja Chávez sostiene que lo lleva en la sangre desde los 7 años. Originario de La Victoria, considera que el baile es su todo y que hacer lo que le gusta es la clave para una vida feliz y larga.
«Cuando uno hace lo que le gusta es lo máximo. Me felicitan, incluso hasta mis nietas me ven en la televisión y me dicen, abuelito, qué bonito bailas y eso me da bastante alegría, bastante satisfacción y eso se lo transmito a todos», compartió con entusiasmo.
Esta energía y amor por el baile se refleja en la fiesta de la Sonora Tropical, donde otros adultos mayores encuentran una terapia para el alma. Los dolores y las preocupaciones propias de la edad quedan en segundo plano mientras disfrutan de la música y el baile.
Julieta, de 80 años, se alista con esmero para esta fiesta que considera un verdadero acontecimiento. La rutina semanal no solo es terapéutica físicamente, sino que también fortalece las conexiones sociales, creando lazos que trascienden la pista de baile.
María Esther Gamarra, tras días grises durante la pandemia, encontró en la casa del adulto mayor un espacio para hacer amigas inseparables. «Mis hijos felices porque saben que es una vez a la semana donde yo me divierto y me gozo de lo lindo, ya saben que los jueves no cuentan conmigo para nada», expresó Gamarra.
En estos jueves llenos de ritmo y alegría, los adultos mayores demuestran que los años dorados pueden ser todo menos pesados y solitarios.
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