“Para No Olvidar”: el trágico caso de Elena Ríos, asesinada por un sujeto con oscuros antecedentes
En un nuevo episodio de “Para no Olvidar”, recordamos el macabro caso de Elena Ríos Fernández, quien fue hallada muerta en su vivienda en el distrito de Carabayllo tras ser atacada a cuchillazos por su pareja, que tenía un oscuro pasado.
ELENA RÍOS, LA MADRE QUE FUE VÍCTIMA DE UN SENTENCIADO POR INTENTO DE HOMICIDIO
Elena Ríos Fernández era una madre soltera natural de Apurímac que, como muchas mujeres del país, llegó a Lima en busca de un mejor futuro para sus hijos. Durante dos décadas vivió en Torre Blanca, Carabayllo, donde vendía picarones con esfuerzo y dedicación. A pesar de las adversidades, logró construir su casa y sacar adelante a su familia. Su vida dio un giro inesperado en 2023, cuando conoció a Pablo Catalán durante una fiesta patronal.
Tras unos meses de relación, Pablo se mudó con ella. Elena no sabía que su nueva pareja tenía un pasado oscuro: había estado en prisión por intento de homicidio contra su expareja. Sentenciado a ocho años, fue liberado antes de cumplir su condena gracias al beneficio de redención de pena. Desconociendo esta información, Elena lo acogió en su hogar y hasta le consiguió trabajo en el rubro textil. Su familia, sin embargo, notaba que él era un vividor y advertía señales de una relación desigual y conflictiva.
Con el tiempo, la convivencia se tornó tóxica. Elena comenzó a sufrir maltratos y, al enterarse del prontuario de Pablo, compartió su temor con su familia y amistades. Aun así, no logró cortar definitivamente la relación. El punto de quiebre llegó a fines de agosto de 2024, durante el cumpleaños de su hermano, donde se vivió un tenso momento entre la pareja. Sus seres queridos le rogaron que terminara con él, pero ella, abrumada, decidió regresar a casa con Pablo.
Horas después, su vida fue brutalmente arrebatada. Pablo la atacó con un cuchillo dentro de su vivienda. Su hijo de 17 años encontró la escena del crimen y avisó a la familia. No solo la asesinó, sino que además huyó del lugar robando dinero y pertenencias de la víctima. La familia, sumida en la tristeza, exigía justicia mientras velaban el cuerpo de Elena, recordándola entre lágrimas y dolor.
La indignación creció al revelarse los antecedentes penales de Pablo Catalán. Había sido condenado por un crimen similar años antes y liberado bajo un beneficio penitenciario. La historia de Elena evidencia una grave falla en el sistema judicial y penitenciario del país: un agresor reincidente fue puesto nuevamente en libertad sin un seguimiento adecuado.
Días después del crimen, Pablo fue hallado sin vida en un hotel de Nazca. Se había quitado la vida con veneno y dejó una carta reconociendo el asesinato. Para la familia de Elena, su muerte no representa justicia: sienten que el Estado les falló, que la vida de Elena pudo haberse salvado si se hubieran tomado las medidas adecuadas para impedir que un criminal reincidente se reintegrara sin control a la sociedad.