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Virginia no solo deberá cumplir una condena de ocho años de prisión, sino también tendrá que ver a su último hijo, el cual está a punto de nacer, dar sus primeros pasos y conocer la realidad del mundo dentro de una celda de Ecuador.

Desde que cayó presa y fue trasladada de la cárcel de Latacunga, Virginia no ve a sus otros hijos; sin embargo, esta realidad no se verá reflejada cuando nazca el pequeño que lleva en el vientre, quien compartirá tiempo con ella hasta los tres años.

ACCESO A LA EDUCACIÓN

En el centro de privación de libertad de Ecuador hay 32 niños y 5 mujeres embarazadas. Los infantes que tengan menos de un año deben pasar todo el día con sus madres en las celdas; sin embargo, cuando crezcan, deberán ser parte de un establecimiento de desarrollo infantil.

Este espacio tiene como objetivo brindar los servicios educativos a los hijos de las reclusas. De esta manera, el Ministerio de Inclusión, con una inversión de 1 millón 450 mil dólares, atiende uno de los derechos básicos que toda persona debe acceder cuando llega al mundo.

Sin embargo, la estancia de los menores no será eterna, puesto que, cuando cumplan los tres años, serán separados de sus madres para ser llevados a un familiar directo. En caso esto último no sea posible, una casa hogar se convertirá en la única alternativa.

UNA DURA REALIDAD

“No puedo estar triste o mal porque eso alimenta al cáncer”, dice con lamento María, una mujer que, además de afrontar una pena privativa de su libertad de 17 años por microtráfico, debe luchar contra un cáncer de mama que la debilita día a día.

Así como ella, existen otros reclusos que buscan encaminar su futuro dentro de la prisión. En medio de su encierro, algunos ponen en práctica una serie de actividades, tales como la panadería, belleza, cosecha de alimentos o, incluso, el término de sus estudios. 

En este lugar de reclusión ecuatoriano, llegan las mujeres en estado de vulnerabilidad, sin importar su caso o sentencia por cualquier delito. Esta es la realidad que muchas afrontan con el propósito de volver a ver a sus familias y disfrutar un momento más con sus hijos.