Tenían todo un futuro, acababan de graduarse este año, pero bastaron unos segundos para faltarle a la institución que juraron respetar y a la sociedad. ¿Qué pasó?
Parecían criminales, delincuentes que despedían en un velorio al compañero que murió en un accidente fatal. Disparaban sin cesar, una y otra vez, una ráfaga de incontables balas que puso en peligro a todo este vecindario en Comas.
Lo que comenzó con una despedida con bailes, cantos y cerveza, terminó en una despedida al fiel estilo de los criminales más ranqueados. Pero no, no se trababa de ninguna banda, sino de policías en actividad usando sus armas de fuego para disparar sin control.
Era 13 de agosto y todo transcurría con normalidad en el velorio del suboficial de tercera Steven Smith Olascoaga, que murió en un accidente de tránsito en Canta. Sus amigos de la promoción de suboficiales, herederos del bicentenario, llegaron a darle el último adiós.
Ellos cargaron el ataúd y lo hicieron bailar entonando una última canción en su nombre. Sin embargo, de un momento a otro la situación se salió de control cuando estos policías sacan sus armas y sin pensar en la seguridad de la gente comienzan a disparar como si se tratara de un juego.
Algunos de ellos se reían y aumenta la algarabía, aunque no fueron los únicos. Otros policías más desenvainan sus armas y no dudaron en disparar sin freno. Una ráfaga de balas que lanzaron al aire sin percatarse que una de ellas pudo herir o matar a cualquiera.
Era uno, dos, tres hasta cuatro efectivos quienes habrían puesto en peligro a todos los asistentes al velorio. No obstante, en vez de que sus compañeros los conminen a detenerse, solo atinaban a ser testigos silentes.
Los vecinos estaban asustados, por un momento creyeron que se trataba de fuegos artificiales o petardos. Hoy prefieren guardar silencio porque es una zona peligrosa donde hay mucha inseguridad.
Al día siguiente, tras lo ocurrido, los peritos y la fiscalía llegaron para recoger decenas de casquillos de bala. Mientras, la PNP confirmaba que cinco efectivos fueron detenidos, pero no detallaron sus nombres. Solo indicaron que trabajaban en la Unidad de Servicios Especiales Leopardos, en La Victoria.
Los detenidos fueron cinco y nosotros logramos identificarlos. Ellos son los suboficiales de tercera: José Núñez Aguirre, Ricardo Vargas Castro, Anthony Calderón Zegarra, Harold Suárez Quiroz y Diego Quijano Tito, a quienes vemos en estas imágenes durante su detención.
Un oficial les reclama y no logra entender por qué no detuvieron el accionar ilegal si ellos estuvieron presentes en el velorio. Sin embargo, el Poder Judicial determinó 7 meses de prisión preventiva para los suboficiales Harold Suárez y Ricardo Vargas por presuntamente ser los autores que dispararon al aire.
Lo cierto es que estos cinco suboficiales, jóvenes que egresaron este año de la institución, incurrieron en una grave falta, poniendo en peligro la vida de decenas de personas.
Aún no se sabe si estaban en estado de ebriedad cuando percutaron las armas y si fueron sus armas de reglamento. Lo que se sabe, según la Sucamec, es que dos de ellos tenían licencia para armas de uso civil, pero que hoy ya les fueron suspendidas.
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