“Construido sobre arena”: el sismo del 15 de junio expone la fragilidad de Lima

Lima tembló con fuerza el pasado 15 de junio y, con ello, volvió a sacudirse la ilusión de estabilidad que sostienen miles de viviendas precarias. Fue el movimiento telúrico más fuerte desde el año 2007, y dejó al descubierto una bomba de tiempo: siete de cada diez construcciones en la capital son informales, muchas hechas con materiales deficientes, sobre suelos inestables y al borde de acantilados que ceden con cada sismo.
El ingeniero civil Darwin La Torre, de la Universidad de Lima, recorrió con este medio los puntos más vulnerables de la ciudad: casas construidas en laderas, edificios al filo del barranco en Magdalena, Chorrillos y San Miguel. Todos ellos asentados sobre suelos sueltos —como arenas y limos— que, según explica, se comportan como “una gelatina” cuando la tierra tiembla. Las ondas sísmicas se amplifican y el riesgo de colapso se multiplica.
ZONA CRÍTICA: LA COSTA VERDE
Una de las zonas más críticas es la Costa Verde. Las cámaras captaron desprendimientos tras el reciente sismo, alertando sobre la fragilidad de los taludes. Según La Torre, no basta con que una estructura parezca estable: “Cuando ocurre un sismo, el material no consolidado cede, y si sobre él hay un edificio de 15 pisos, el peligro es inminente”. El Colegio de Ingenieros del Perú ya había advertido en 2023 que el 70% de las construcciones limeñas son informales.
¿LARCOMAR, ZONA SEGURA?
Y si de edificaciones en riesgo se trata, Larcomar es hoy un caso emblemático. El martes pasado, el centro comercial fue clausurado temporalmente por la Municipalidad de Miraflores tras detectar grietas, humedad, rajaduras y daños estructurales en zonas comunes, como la terraza de la discoteca Mangos y el mirador ubicado sobre un acantilado.
La clausura ha generado una ola de reacciones. Eduardo Azabache, gerente de Fiscalización de la comuna, aseguró que Larcomar habilitó espacios sin autorización —como un pozo séptico— justo en una de las zonas más inestables. “Desde 2014, los acantilados están declarados intangibles”, recordó, señalando que las ampliaciones ilegales agravan el riesgo para los trabajadores y visitantes.
Pero también hay voces críticas al cierre. El arquitecto y urbanista Jorge Ruiz de Somocurcio sostiene que la medida fue apresurada y que los municipios no tienen la capacidad técnica para evaluar estos casos. “Larcomar fue diseñado por firmas de primer nivel, con estudios franceses especializados. No se puede decir a la ligera que se va a caer”, aseguró. Cree que hay un trasfondo político en esta decisión.
SITUACIÓN EN LIMA ES PREOCUPANTE
Más allá de Larcomar, el panorama estructural de Lima es preocupante. El uso masivo de ladrillos “pandereta” —delgados y frágiles— en muros portantes, sumado a edificaciones con más pisos de los permitidos por ley, es una fórmula peligrosa. Así murió Jonathan Teófilo Ventura Vega, la única víctima mortal del sismo del 15 de junio, al caerle encima una pared que no estaba confinada.
Y si los materiales fallan, los suelos no ayudan. El norte y sur de Lima están construidos mayoritariamente sobre terreno arenoso. Aunque no está prohibido edificar en esas zonas, se requiere planificación y técnicas específicas que pocas veces se respetan. “El problema no es construir, es construir mal”, resume el ingeniero La Torre.
El temblor del 15 de junio no solo movió el suelo: también movió conciencias. Pero, como ocurre siempre, el miedo es efímero. Luego se olvida. Lima sigue creciendo hacia arriba, sobre tierra floja, sin reforzamientos, ni estudios, ni reglas claras. Hasta que vuelva a temblar. Y, como en el cuento de Ribeyro, “cualquier día de estos” el barranco podría venirse abajo, con miles de vidas enterradas bajo sus ruinas.