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La fiebre por Labubu invadió Lima: por qué son virales

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La fiebre por Labubu invadió Lima: por qué son virales
jcastillo@latina.pe
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Los Labubu, criaturas de orejas puntiagudas, sonrisa afilada y mirada traviesa, han conquistado Lima. Lo que comenzó como una moda en Asia se ha convertido en furor en las galerías de Mesa Redonda, donde cuelgan de mochilas, se acurrucan en peluches y se trepan en lapiceros.

En cuestión de semanas, estos muñecos virales han destronado a los capibaras y se posicionan como el nuevo ícono pop del momento. Hay versiones para todos los gustos: desde modelos tiernos hasta los más extravagantes, con vestuarios, accesorios y ediciones limitadas.

Los precios varían según la categoría. Las imitaciones se venden desde 20 soles y pueden alcanzar los 80. En cambio, los originales —con código QR de autenticidad— se comercializan desde 160 soles en Lima, y en el mercado internacional pueden superar los mil dólares.

Labubu nació en 2015 como parte de la serie The Monsters, creada por el artista hongkonés Kasing Lung. Sin embargo, su explosión global llegó en 2024, cuando Lisa, integrante de Blackpink, mostró uno en sus redes sociales. Desde entonces, celebridades como Dua Lipa, Rihanna y David Beckham también se sumaron al fenómeno.

Uno de los mayores atractivos son las blind boxes: cajas sorpresa que ocultan un modelo aleatorio. Esta fórmula de azar ha multiplicado el interés por coleccionarlos y ha elevado el valor de ciertas figuras hasta cifras millonarias en el mercado de reventa.

Especialistas en marketing identifican dos públicos principales: niños que descubren los Labubu en redes sociales, y jóvenes de entre 16 y 25 años que los compran influenciados por artistas o influencers. En 2024, Pop Mart, la empresa detrás de los Labubu, facturó más de 1.800 millones de dólares; solo la línea The Monsters generó más de 400 millones.

Aunque algunos califican la tendencia como una moda pasajera, su impacto en la cultura urbana limeña ya es evidente. Los Labubu no rugen, no caminan ni hablan, pero han logrado lo que muchos personajes ficticios no consiguen: ser irresistiblemente adorables.

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