El acceso al agua potable es un derecho humano fundamental. La región de Sudamérica se encuentra en una encrucijada.
El acceso al agua potable se ha convertido en una preocupación global, con Sudamérica emergiendo como una región particularmente vulnerable. Si bien la escasez hídrica amenaza a varios países, uno en particular se perfila como el más crítico.
Diversos estudios, como el del World Resources Institute (WRI), ubican a Chile entre las 30 naciones con mayor estrés hídrico del planeta. Para el 2040, se estima que este país experimentará una reducción dramática en la disponibilidad de agua dulce, posicionándose entre las 25 naciones del mundo con mayor escasez.
Esta situación crítica se atribuye a una compleja combinación de factores:
La escasez hídrica en Chile podría tener repercusiones devastadoras como la escasez de agua potable, lo cual impactaría en la salud y calidad de vida de las personas. Además, la falta de agua para el riego afectaría la producción de alimentos, generando escasez y aumento de precios.
Si bien Chile enfrenta la situación más crítica, la escasez hídrica también afecta a otros países de Sudamérica. Perú y Argentina también se encuentran en la lista de naciones con serios desafíos en el horizonte del 2040.
En Perú, el Fenómeno El Niño, con sus lluvias torrenciales y sequías, impactará principalmente las zonas costeras y andinas. Asimismo, la actividad minera, especialmente en zonas altoandinas, también contribuye al estrés hídrico.
Por otro lado, en Argentina, las vastas regiones agrícolas, esenciales para su economía, se verán afectadas por la menor disponibilidad de agua para riego.
Es necesario un compromiso urgente por parte de los gobiernos, las empresas y la sociedad civil para asegurar la disponibilidad de este vital recurso para las generaciones presentes y futuras. La responsabilidad recae en todos: el agua es un bien finito que debemos cuidar y proteger.
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