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¿Por qué Israel e Irán están en conflicto? El origen de la rivalidad

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¿Por qué Israel e Irán están en conflicto? El origen de la rivalidad
mserrano@latina.pe
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La tensión entre Israel e Irán ha alcanzado uno de sus puntos más álgidos tras el inicio de una ofensiva militar encabezada por Tel Aviv y respaldada por Washington. El conflicto, que ya se desarrolla con ataques cruzados, tiene como objetivo declarado frenar el desarrollo del programa nuclear iraní, considerado por Israel como una amenaza existencial.

La tensión entre ambos países no es reciente ni accidental. En la siguiente nota de Latina Noticias, conoce el origen de la rivalidad.

¿POR QUÉ ESTÁN EN CONFLICTO ISRAEL E IRÁN?

Estos ataques responden al desenlace de una confrontación ideológica, militar y geopolítica que se arrastra desde 1979, cuando la Revolución Islámica transformó el rostro de Irán y rompió sus lazos con Occidente. Desde entonces, el nuevo régimen estableció a Estados Unidos, el Reino Unido e Israel como enemigos declarados, a quienes acusó de sostener décadas de intervención extranjera en el mundo árabe y musulmán.

Desde su instauración, la República Islámica adoptó un discurso frontal contra Israel, al que no reconoce como Estado legítimo y del que exige su desaparición del mapa. Esta postura no se tradujo en una guerra directa durante años, pero sí en una estrategia sostenida: financiar y armar a grupos afines para mantener a Israel bajo constante amenaza. Así nació lo que se conoce como el “Eje de la Resistencia”, integrado por actores como Hamas, Hezbolá y otros aliados regionales.

Durante décadas, Irán operó a través de estas milicias, evitando el enfrentamiento directo y delegando los ataques a Israel en sus aliados. Hamas, desde Gaza, y Hezbolá, desde el sur del Líbano, se convirtieron en los brazos armados del proyecto iraní. Esto consolidó una guerra indirecta que mantuvo a la región en constante tensión. Sin embargo, ese equilibrio precario empezó a fracturarse tras el brutal ataque de Hamas en octubre de 2023.

Ese atentado, que dejó más de mil muertos en suelo israelí, activó una respuesta descomunal por parte del gobierno de Netanyahu. La ofensiva sobre Gaza fue solo el primer paso. En paralelo, Israel lanzó bombardeos sobre el sur del Líbano y arrasó posiciones de Hezbolá, debilitando significativamente a la organización. La caída del gobierno de Bashar al-Assad en Siria en diciembre de 2024 terminó de desarticular el andamiaje militar construido por Irán en la región.

Este retroceso del “Eje de la Resistencia” dejó a Irán más expuesto. Aunque no hay consenso sobre si Teherán participó directamente en la planificación del ataque del 7 de octubre, algunos reportes sostienen que altos mandos iraníes estuvieron al tanto. Sin embargo, más allá de su implicancia específica, el gobierno de Israel siempre ha considerado al régimen de los ayatolás como su principal amenaza, sobre todo por sus ambiciones nucleares.

¿QUÉ DICEN ISRAEL E IRÁN SOBRE LOS ATAQUES?

Israel sostiene desde hace años que Irán está cerca de obtener armas atómicas, algo que representa una amenaza existencial para el Estado judío. Aunque Irán insiste en que su programa tiene fines pacíficos, la comunidad internacional, especialmente el OIEA, ha alertado sobre los niveles preocupantes de enriquecimiento de uranio. El acuerdo nuclear firmado en 2015 para controlar este avance se vino abajo en 2018, cuando Donald Trump decidió retirarse unilateralmente.

Esa ruptura fue clave para acelerar la desconfianza. En los últimos meses, Netanyahu y su gabinete endurecieron su postura y consideraron que el momento había llegado. Con Hamas debilitado, Hezbolá golpeado y Siria sin Al-Assad, los sectores más duros del gobierno israelí vieron la oportunidad de desmantelar definitivamente el poder iraní en la región. Así se activó la ofensiva directa, que ahora involucra bombardeos sobre territorio iraní.

El argumento oficial de Israel es claro: impedir por todos los medios que Irán desarrolle armas nucleares. Pero las declaraciones de sus líderes también revelan otro objetivo: debilitar al régimen islamista y provocar una eventual caída de los ayatolás. Con el apoyo militar de Estados Unidos, ese plan ya está en marcha. La gran incógnita es qué tan lejos puede escalar este conflicto, y si el resto del mundo está preparado para las consecuencias de una guerra abierta entre dos potencias regionales.

ESTADOS UNIDOS TAMBIÉN ATACA

Estados Unidos ha sido un actor clave en esta confrontación. En sus recientes declaraciones, el presidente Donald Trump justificó los ataques contra Irán como un esfuerzo para desmantelar sus capacidades de enriquecimiento de uranio y frenar la proliferación nuclear. Según Washington, se trató de un “éxito militar total” al destruir tres instalaciones clave: Fordo, Natanz e Isfahán.

El contexto regional no podría ser más frágil. La guerra en Gaza sigue activa, el conflicto en Siria continúa sin resolución, y países como Líbano, Irak y Yemen son constantemente utilizados como escenarios de este pulso geopolítico. A esto se suma el apoyo explícito de Estados Unidos a Israel y la creciente hostilidad de Teherán hacia cualquier intervención extranjera en su territorio.

Hoy, el conflicto entre Israel e Irán ha dejado de ser una disputa indirecta. Con ataques directos, amenazas nucleares y una intervención estadounidense de por medio, el mundo observa con preocupación cómo esta vieja rivalidad escala a un conflicto que podría desestabilizar no solo al Medio Oriente, sino también a la política global en su conjunto.

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