El Código de Derecho Canónico reconoce la Semana Santa como un período penitencial, en el cual la abstinencia de carne puede ser sustituida por la lectura de la Sagrada Escritura, la práctica de la limosna y otras obras de caridad.
La Semana Santa, uno de los momentos más sagrados para la iglesia cristiana y católica, representa la resurrección de Jesucristo y se distingue por ser un período de profundo respeto y reflexión. Durante esta época, existen diversas tradiciones y recomendaciones que han evolucionado a lo largo del tiempo, algunas de las cuales datan de épocas antiguas y pueden resultar curiosas para los observadores contemporáneos.
Entre las prácticas que se solían observar en el pasado se encontraba el ayuno durante 24 horas, la abstención de bañarse para evitar caer en pecado, la privación de actos sexuales y hasta la costumbre de que los padres azotaran a sus hijos como una forma de simbolizar el sufrimiento de Jesús en la cruz. Estas tradiciones, sin embargo, han ido cayendo en desuso con el tiempo.
Las costumbres más arraigadas en la Semana Santa incluyen la abstinencia de carne de cerdo y res en el quinto día, así como evitar actividades que vayan en contra del espíritu de solemnidad de la ocasión, como los juegos de azar, las fiestas y el consumo de alcohol.
Según el párroco Luis Carlos Ayala de la Diócesis de Zipaquirá, el Viernes Santo se destaca por promover acciones que fortalezcan las relaciones familiares y ayuden a corregir errores pasados, más que por el ayuno y la abstinencia.
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