El fallecimiento del papa Francisco abre una nueva etapa para la Iglesia Católica. Comienza la cuenta regresiva hacia el Cónclave, donde 22 cardenales figuran como posibles sucesores, pero sólo una docena lidera las especulaciones.
La muerte del papa Francisco, ocurrida este lunes 21 de abril a los 88 años, marca el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica. El sumo pontífice, cuyo delicado estado de salud había generado preocupación durante meses, falleció en el Vaticano luego de su última aparición pública. Ahora, el mundo católico mira hacia el futuro con una pregunta inevitable: ¿quién lo sucederá?
El proceso para elegir a un nuevo papa es complejo y se lleva a cabo en el llamado Cónclave, una votación secreta entre cardenales en la Capilla Sixtina. Para ser elegido, un candidato necesita al menos dos tercios de los votos. Pero antes de eso, ya circulan listas, análisis y debates internos sobre los papables más destacados.
Uno de los estudios más completos sobre los posibles sucesores es el Informe del Colegio Cardenalicio, elaborado por el periodista Edward Pentin. Este informe, presentado a finales de 2024, evalúa a los cardenales según sus posturas frente a temas clave como el cambio climático, la bendición de parejas del mismo sexo o el celibato opcional. De los 22 nombres señalados, 12 se perfilan como los grandes favoritos.
Entre los más conservadores se encuentran figuras como el italiano Angelo Bagnasco, firme defensor del celibato obligatorio y opositor a la ordenación de mujeres, o el guineano Robert Sarah, que considera “herejía” la bendición de parejas homosexuales. También está el cardenal Willem Eijk de Países Bajos, médico y teólogo, quien descarta cambios doctrinales importantes y rechaza rotundamente la eutanasia y la fertilización in vitro.
En la vereda progresista se destaca Matteo Zuppi, también italiano, cercano al papa Francisco y favorable a bendiciones homosexuales y a la comunión para personas divorciadas. Su postura contrasta con la del esrilanqués Malcolm Ranjith, quien mantiene una visión más tradicional y ha sido crítico de algunas reformas impulsadas por Francisco.
Otro nombre fuerte es el del cardenal filipino Luis Tagle, quien combina un perfil diplomático con sensibilidad social. Habla múltiples idiomas, se ha manifestado contra la discriminación y defiende una Iglesia abierta al diálogo. Su figura tiene alcance internacional, aunque ha sido criticado por su ambigüedad en ciertos temas.
Completan la lista nombres como Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano; el húngaro Péter Erdő, conocido por su cultura jurídica y equilibrio doctrinal; y Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, cuya experiencia interreligiosa podría pesar en un contexto global de tensiones.
Mientras los cardenales se preparan para encerrarse en la Capilla Sixtina, el mundo mira con atención. La decisión que tomen no solo marcará el rumbo de la Iglesia Católica, sino también su papel en una sociedad cada vez más diversa, polarizada y necesitada de respuestas espirituales y sociales.
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