Cómo identificar un lunar sospechoso de cáncer de piel y qué hacer al respecto

Para prevenir y curar el cáncer de piel, es fundamental protegerse del sol, revisar los lunares con la regla del ABCDE o del patito feo, que aquí te explicamos.

Cómo identificar un lunar sospechoso de cáncer de piel y qué hacer al respecto

El sol es cada vez más inclemente, y lo seguirá siendo, y es necesario hablar del cáncer de piel, uno de los tipos de cáncer más frecuentes y, a la vez, uno de los más prevenibles. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se diagnostican más de 3 millones de casos de cáncer de piel no melanoma y 132.000 casos de melanoma, el tipo más agresivo y mortal.

El principal factor de riesgo para desarrollar cáncer de piel es la exposición excesiva a la radiación ultravioleta (UV) del sol o de fuentes artificiales como las camas solares. Esta radiación puede dañar el ADN de las células de la piel y provocar su crecimiento anormal y descontrolado.

Uno de los primeros signos de alerta del cáncer de piel es la aparición o el cambio de un lunar o una mancha en la piel. Los lunares son agrupaciones de células pigmentadas llamadas melanocitos, que normalmente son inofensivas y tienen un aspecto uniforme y simétrico.

Sin embargo, algunos lunares pueden transformarse en melanomas, que son tumores malignos que se originan en los melanocitos y que pueden invadir otros tejidos y órganos.

CUATRO SEÑALES DE UN LUNAR MALIGNO

¿Cómo saber si un lunar es maligno o benigno? Existen algunas reglas y criterios que pueden ayudarnos a distinguir un lunar normal de uno sospechoso de cáncer de piel. Una de las más conocidas es la regla del ABCDE, que se basa en las siguientes características:

  1. Asimetría: un lunar maligno tiene una forma irregular y sus dos mitades no son iguales.
  2. Borde: un lunar maligno tiene un borde difuso, dentado o irregular, mientras que uno benigno tiene un borde definido y liso.
  3. Color: un lunar maligno tiene varios colores o tonalidades en su interior, como negro, marrón, rojo, azul o blanco, mientras que uno benigno tiene un solo color homogéneo.
  4. Diámetro: un lunar maligno suele tener un diámetro mayor de 6 milímetros, que es el tamaño de la goma de borrar de un lápiz, aunque también puede haber melanomas más pequeños.
  5. Evolución: un lunar maligno cambia de tamaño, forma, color o sensación con el tiempo, mientras que uno benigno se mantiene estable

LA REGLA DEL ‘PATITO FEO’

Otra regla que puede ser útil es la del “patito feo”, que consiste en identificar el lunar que se ve diferente al resto de los lunares que tenemos en el cuerpo. Este lunar puede llamar la atención por su tamaño, forma, color o relieve, y puede ser un indicio de melanoma.

Además de estas reglas, hay que estar atentos a otros signos y síntomas que pueden indicar un cáncer de piel, como:

  • Una llaga o herida que no cicatriza o que sangra con facilidad.
  • Una mancha o protuberancia que crece, se inflama, duele o pica.
  • Una zona de la piel que se descama, se enrojece o se irrita.
  • Una cicatriz o una costra que aparece sin motivo aparente.

Ante cualquier duda o sospecha, lo más recomendable es acudir al dermatólogo, que es el especialista en el cuidado de la piel. El dermatólogo podrá examinar los lunares y las lesiones cutáneas con un instrumento llamado dermatoscopio, que permite ver las estructuras internas de la piel con mayor detalle y precisión. Si el dermatólogo detecta algún lunar o lesión sospechosa, podrá realizar una biopsia, que consiste en extraer una muestra de tejido y analizarla en el laboratorio para confirmar o descartar el diagnóstico de cáncer de piel.

El tratamiento del cáncer de piel dependerá del tipo, el tamaño, la localización y el estadio del tumor, así como de las características y preferencias del paciente. El tratamiento más habitual es la cirugía, que consiste en extirpar el tumor y un margen de piel sana alrededor.

En algunos casos, puede ser necesario complementar la cirugía con otros tratamientos, como la radioterapia, la quimioterapia, la inmunoterapia o la terapia dirigida, que tienen como objetivo destruir las células cancerosas que puedan haber quedado o que se hayan diseminado a otras partes del cuerpo.

CÓMO PROTEGERNOS DEL SOL

La prevención es la mejor arma para combatir el cáncer de piel. Para ello, es fundamental protegerse del sol y evitar las quemaduras solares, especialmente en la infancia y la adolescencia, que son etapas clave para el desarrollo de la piel. Algunas medidas de protección solar son:

  • Evitar la exposición al sol en las horas centrales del día, entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, cuando la radiación UV es más intensa.
  • Usar ropa adecuada, como sombreros, camisetas, pantalones y lentes o gafas de sol, que cubran la mayor parte de la piel.
  • Aplicar un protector solar de amplio espectro, con un factor de protección solar (FPS) de al menos 30, media hora antes de salir al sol y renovarlo cada dos horas o después de bañarse o sudar.
  • Evitar el uso de camas solares o lámparas bronceadoras, que emiten radiación UV artificial.
  • Además de protegerse del sol, es importante revisar periódicamente la piel y los lunares, y acudir al dermatólogo al menos una vez al año o con más frecuencia si se tiene algún factor de riesgo, como antecedentes personales o familiares de cáncer de piel, piel muy clara o sensible al sol, muchos lunares o lunares atípicos, o un sistema inmunitario debilitado.

El cáncer de piel es una enfermedad grave, pero que se puede prevenir y curar si se detecta a tiempo. Por eso, es esencial cuidar la piel, protegerla del sol y consultar al médico ante cualquier cambio o anomalía. La salud de la piel es la salud de todo el cuerpo.

7 febrero 2024

Actualizado el : 7 febrero 24 | 2:04 pm

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